martes, 1 de marzo de 2011

Una disquisición.

Creo que el valor de esta entrada reside en la cita que cierra (y abre) el texto aquí presente.

Durante la semana pasada fui a Chiloé: un viaje siempre maravilloso. Fui alrededor de ocho días, si mal no hice la estimación. Las generalidades y detalles del viaje me los reservo, porque no motivan lo que escribo (aunque bien lo sé, saldrán al paso de modo innevitable en las próximas líneas); tan sólo me interesa comentar que tenía muchas expectativas en cuanto a lo que leería, como suele suceder eran expectativas erradas. Llevé algo así como 5 libros, entre ellos 'La Teoría de la Acción Comunicativa' del viejo Habermas; un par de Foucault; 'El sublime objeto de la ideología' de Zizek [sic.] y 'Los hermanos Karamazov' de Fiodor Dostoievski (depende la traducción el nombre. Lo que es yo, aprendía a escribirlo así).

Evidentemente no alcancé a leer casi nada, en parte debido a factores exógenos y en gran parte también debido a causas internas. Siempre es así, lo que no deshecha que en la mayor parte de los casos es conveniente, prudente y esperable que determinemos (con generalidad) qué porcentaje corresponde a lo interno y a lo externo.

Lo que más lamento es que una de mis mayores pretensiones era terminar una novela para las vacaciones, pero mi irregularidad hizo que terminara por leer 150 páginas de las voluminosas 1050 (aprox.) que tenía esa obra cúlmine de la literatura (alcancé a leer un 14% tan sólo).

Dándome al principio de realidad, ya no terminé el libro.

No obstante lo anterior huelga decir -y es lo que motiva que escriba este texto de pacotilla- que de todos modos extraje increibles perlas de este último libro. Una de ellas estaba en las primeras dos páginas de la novela, y marcó todo el (corto) trayecto de la lectura. Ni siquiera era propiamente tal de lo que constituía la novela, si no la 'Advertencia del autor'.

Creo que la frase muestra cosas que tanto Foucault como Benjamin continuamente intentaron de sostener en partes importantes de su obra. De modo que desde hoy será mi caballo de batalla las palabras del viejo Dostoievski.


"No sólo el extravagante 'no es siempre' particularidad y singularizacvión, sino que, al contrario, suele ocurrir que a veces lleva en sí la médula del todo, mientras que las restantes personas de su época, todas, impulsadas por una ráfaga de viento, se apartaron por algún tiempo de él..."






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